Helado de Chicle

Para el Helado de Chicle prepara la base del helado:
En una cacerola, calienta la leche y la nata a fuego medio hasta que empiecen a hervir ligeramente. Retira del fuego y reserva.
En un bol, bate las yemas de huevo con el azúcar hasta que la mezcla esté pálida y espumosa.
Poco a poco, añade la mezcla de leche caliente a las yemas batidas, batiendo constantemente para evitar que los huevos se cuajen.
Vierte la mezcla de nuevo en la cacerola y calienta a fuego medio-bajo, removiendo constantemente con una cuchara de madera o una espátula, hasta que la mezcla espese ligeramente y cubra el dorso de la cuchara (no debe hervir).
Retira del fuego y añade la esencia de chicle de fresa. Si deseas un color más vivo, agrega unas gotas de colorante rosa y mezcla bien.

Enfriado y batido: Deja que la mezcla se enfríe a temperatura ambiente, luego cúbrela con papel film, asegurándote de que el film toque la superficie de la mezcla para evitar la formación de una piel. Refrigera durante al menos 4 horas o preferiblemente toda la noche.
Una vez que la mezcla esté bien fría, vierte en una máquina de hacer helados y sigue las instrucciones del fabricante. Si no tienes una máquina de helados, vierte la mezcla en un recipiente apto para congelador y congela. Remueve cada 30 minutos durante las primeras 2 horas para romper los cristales de hielo y conseguir una textura más cremosa. Opcionalmente puedes preparar un bol grande con hielo, sal y un poco de agua (un baño helado), colocar encima otro bol con la mezcla y batir hasta que coja cuerpo.

Presentación y servicio: Una vez que el helado haya alcanzado la consistencia deseada, sírvelo en bolas en copas, conos o reserva en un recipiente apto para consumir cuando prefieras.
Decora con trocitos gominolas y fresas deshidratadas picadas si deseas un toque extra divertido.